Con el mismo fervor que recibió a Jesús en su ingreso a Jerusalén, se vivió en la Ermita de Punta Arenas la Eucaristía en Domingo de Ramos en que la Familia de los confines de la Tierra bendijo la Casa Padre José Kentenich.
Un regalo de Dios en este año del Padre, pues después de 30 años la Familia por fin tiene un lugar propio donde reunirse, fruto de un intenso trabajo, oración y capital de gracias.
La Casa está en la Ermita, tiene 150 mts.2 que consisten en un salón de uso múltiple, cocina, dos baños y una sala para sacristía.

El ambiente fue de alegría y de santo orgullo. No sólo la Familia estuvo presente, si no que muchos invitados de diversas parroquias, colegios y otros Movimientos de la Diócesis.
La Misa estuvo presidida por el Obispo Monseñor Bernardo Bastres, quien estuvo acompañado del Padre Eduardo Aguirre, director nacional del Movimiento de Schoenstatt, el Padre Fredy Subiabre, Vicario General de la Diócesis, junto a dos diáconos.
La Familia aún está gozando el momento de cielo que se vivió en la Ermita.
Y hay una sensación general de agradecimiento: Gracias a todos por el trabajo, por la alegría, por el esfuerzo, por la buena disposición, por la oración y el capital de gracias.¡Cuántas caras de alegría! ¡El ambiente de familia! ¡Cuántas caras nuevas! ¡Cuánta gente conoció la Ermita por primera vez! … Fue un día en que nuestra Mater fue Reina en su terruño.

Por eso, se vivió la verdadera experiencia del Cántico al Terruño: “Conoces aquella Tierra cálida y Familia que el Amor Eterno se ha preparado”… sentimos a los corazones nobles que latían en la intimidad, juntos experimentamos un verdadero ambiente de Familia.

Qué regalo para vivir esta Semana Santa con verdadero sentido cristiano, con el gozo de sentir que lo que nos da la más profunda alegría en el alma son las cosas de Dios, ese es el Verdadero AMOR.
Estamos seguros de que de ahora en adelante esta Casa nos permitirá profundizar nuestra Alianza de Amor en nuestra Ermita y soñar con el Santuario de los confines de la Tierra.
PALABRAS DE LOS COORDINADORES SUSY JACOB Y RENÉ VENEGAS
Monseñor Bernardo Bastres Obispo de Punta Arenas, Padre Eduardo Aguirre director nacional del Movimiento de Schoenstatt, sacerdotes de nuestra Diócesis, diáconos, invitados especiales, querida Familia de Punta Arenas, hermanos en la Alianza todos.
Hoy más que nunca se hacen vida las palabras que Nuestro Padre Fundador, José Kentenich, pronunció en la Primera Acta de Fundación:
“El pensamiento: “La casa es nuestra” excede a todas las demás ventajas. De esta pura alegría familiar podemos también gozar nosotros en el día de hoy. Esta Capillita pertenece a nuestra pequeña familia de congregantes, a cuya cabeza reina nuestra Madre Celestial. Es toda nuestra, es únicamente nuestra”.
Sí, resuenan estas palabras, porque el anhelo de lo propio existe hace 30 años en esta familia. Una noche de invierno de 1980 se realizó la primera reunión de lo que luego sería la familia de Punta Arenas del Movimiento de Schoenstatt. Quienes abrieron las puertas de su hogar para este histórico acontecimiento fue el matrimonio formado por Lorenzo y Carla Cintolesi, quienes después de muchos años volvieron y hoy están aquí presentes para alegrarse con nosotros en este momento.
El año 1982 el Obispo de la Diócesis de aquel entonces, Monseñor Tomás González, cedió un terreno por 100 años donde bendecimos nuestra primera Ermita a la Virgen María. En ese lugar Ella sembró el amor a Dios y a Schoenstatt en cientos de personas, entre quienes vivimos acá y en otros que estuvieron de paso. Vio crecer a una Familia, unida en la Fe, en la Alianza de Amor y en el esfuerzo diario del capital de gracias, que encendió una llama permanente para afrontar los altos y bajos que hemos vivido, como toda Familia.
Ya en ese entonces, a comienzos de los años 90, la familia soñaba con un lugar propio para realizar encuentros. Generosamente, los coordinadores de aquel entonces, el matrimonio de Víctor Hugo Alarcón y Lucy Romero prestaron el garaje de su casa en calle Croacia, que arreglamos y transformamos en lo que fue la “Casita de María”. Ese garage fue nuestra primera casa de reuniones.
Un par de años más tarde, se trasladó prácticamente en una minga desde Tierra del Fuego, una pequeña construcción que era como un puesto ganadero, que se estableció en la Ermita y también fue punto de encuentro para las actividades de esta familia. Así, iba creciendo el anhelo por lo propio.
Estos primeros años, de tanta generosidad y esfuerzo, se vieron retribuidos en marzo de 2007, cuando la empresa Salfa, representada por Guillermo Salinas, nos donó el terreno que hoy nos acoge. Aquí se estableció definitivamente Nuestra Madre y Reina Tres veces Admirable para repartir a todos nosotros y a los habitantes de esta ciudad sus dones y gracias.
En esta parte de nuestra historia queremos recordar especialmente a Alejandro González y Bernardita Ossandón; y a Eduardo Otaegui y Denise Ganderats, últimos matrimonios coordinadores que junto a todo el Movimiento impulsaron con ímpetu el proyecto de la nueva Ermita y la casa.
Desde ese entonces, la familia se empeñó en construir en este terruño un lugar para encuentros, ya que el frío del exterior hacía imposible vincularnos aún más a nuestra Ermita. Desde el primer momento se pensó en algo que sirviera no sólo para nuestro Movimiento, sino también para la Iglesia de Punta Arenas.
El trabajo, la generosidad, la oración y el capital de gracias fueron los verdaderos materiales que construyeron la Casa Padre José Kentenich, que se conquistó también con la paciencia de ver detenidas las obras durante más de 1 año, pero que en vez de frustración nos regaló el haber valorado más esta construcción y este terruño y lo que ellos significarán para nuestra vida y crecimiento espiritual.
Estamos orgullosos porque valió la pena demorarnos 30 años para conquistar lo que tenemos. Nos alegra sentir que esta casa la hemos construido sobre roca, porque cada miembro de esta familia hizo su aporte, los que estamos ahora acá, pero también los que escribieron parte de esta historia y nos dejaron. Unos sembrando la Fe hoy en otras ciudades y otros bendiciéndonos desde el cielo.
Cientos de pequeños, medianos y grandes esfuerzos convergieron para dar vida a esta casa. Los schoenstattianos no podemos atribuirnos todos los méritos, porque a las actividades para reunir fondos realizadas por nosotros se sumaron importantes donaciones en dinero, materiales y mano de obra de generosas personas y empresas. Muchos de ellos están aquí presentes y queremos darles infinitas gracias por la ayuda, un apoyo desinteresado que contribuirá al crecimiento espiritual de muchos magallánicos y, con ello, aspirar a tener una mejor sociedad.
Queremos hacer un reconocimiento especial a la Empresa Salfa, cuyo extraordinario y significativo apoyo ha sido fundamental para sentar las bases de lo que hoy día está aquí presente. Siempre estaremos agradecidos de ustedes y estamos seguros de que la Virgen María también sabrá valorar esta ayuda y los bendecirá desde el cielo con su amor y sus gracias.
También queremos agradecer a nuestros asesores, sacerdotes y hermanas que han venido estos años a Punta Arenas para ayudarnos en este camino de espiritualidad. Sin duda cada venida de ellos es muy importante para nosotros.
Como importante también es la ayuda que nos presta nuestra Iglesia, Monseñor Bernardo Bastres, nuestro Obispo, los sacerdotes y diáconos de la Diócesis que están en permanente contacto con nosotros y nos ayudan en nuestras actividades y formación. Sabemos que siempre están ocupados y que muchas veces el trabajo los excede, por eso valoramos que dentro de su agenda seamos importantes para ustedes.
Estamos agradecidos de Dios y de la Virgen que nos han regalado una historia preciosa que nos ha hecho crecer en la fe y en la entrega. Nos hemos sentido cobijados por ellos, nos han ido transformando y hoy, a través de esta casa y comenzando la Semana Santa, nos envían como sus apóstoles a entregar el mensaje del amor de Cristo por nosotros.
Nuestro Padre Fundador decía “Todo para Schoenstatt, Schoenstatt para la Iglesia y la Iglesia para la Santísima Trinidad”. Esa es nuestra misión, por eso nuestra casa también la pondremos al servicio de la Diócesis, para que otros movimientos, parroquias, colegios y grupos puedan realizar aquí sus actividades de crecimiento espiritual y reciban las gracias que Nuestra Madre y Reina nos entrega en este lugar.

En estos últimos meses, toda la Familia ha trabajado afanosa para este momento. Gracias por los que prepararon el jardín, restauraron las panderetas, podaron, limpiaron basura y escombros, a los que dejaron la casa reluciente y la decoraron con tanto amor. A los que se preocuparon de las flores y todos los elementos de liturgia. A todos y cada uno de los que regalaron parte de su tiempo trabajando para que hoy sea un día de fiesta.
Cuando estamos en camino a festejar los 100 años de Schoenstatt, el 2014, acá en Punta Arenas resuena más fuerte que nunca en nuestro corazón el estribillo de nuestro himno:
“Hijos de María en los confines de la tierra, con la fuerza de la Alianza y el santuario al horizonte, junto al Padre asumimos la misión”.
Que Dios y la Virgen nos bendigan a Todos. |